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miércoles, 18 de mayo de 2011

CARTA DE UN HIJO A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO


1) No me des todo lo que pido. A veces sólo lo pido para ver hasta cuánto puedo coger.

2) No me grites. Te respeto menos cuando lo haces, me enseñas a hacerlo a mí también y yo no quiero hacerlo.

3) No me des siempre órdenes. Sí en vez de órdenes, a veces me pidieras cosas, yo lo haría más rápido y con más gusto.

4) Cumple las promesas, buenas o malas. Si me prometes un premio, dámelo, pero también si es un castigo.

5) No me compares con nadie, especialmente con mis hermanos. Si tú me haces lucir mejor que los demás alguien va a sufrir, y si me haces lucir peor que los demás seré yo quien sufra.

6) No cambies de opinión tan a menudo sobre lo que debo hacer, decídete y mantén esta decisión.

7) Déjame valerme por mí mismo, sí tu haces todo por mí yo nunca podré aprender.

8) No digas mentiras delante de mí, ni me pidas que las diga por ti, aunque sea para sacarte de un apuro. Me haces sentir mal y perder la fe en lo que me dices.

9) Cuando yo hago algo malo, no me exijas que te diga por qué lo hice, a veces ni yo mismo lo sé.

10) Cuando estés equivocada en algo, admítelo y crecerá la opinión que yo tengo de tí, y me enseñarás a admitir mis equivocaciones también.

11) Trátame con la misma amabilidad y cordialidad con que tratas a tus amigos; que seamos familia no quiere decir que nos podamos tratar sin respeto.

12) No me digas que haga una cosa y tú no la haces, yo aprenderé y haré siempre lo que tu hagas aunque no lo digas, pero nunca haré lo que tu digas y no lo hagas.

13) Cuando te cuente un problema mío no me digas: no tengo tiempo para boberías o eso no tiene importancia, trata de comprenderme y ayudarme.

14) Y quiéreme, y dímelo, a mí me gusta oírtelo decir, aunque tú no crea necesario decírmelo.

J.J. BRUNET

FABULA QUE NOS PASARON EN LA ESCUELA DE PADRES


CUANDO UN POETA EDUCA A UNOS PADRES
UNA FABULA PARA LA MAMA PROTECTORA
El extraño caso del cangurito:


En el oficio de los padres, la parte más dificil no consiste en la entrega de la vida a los hijos sino en la entrega de la libertad.

Cangurito asomó al exterior desde el bolsillo de mamá Cangura.
-¿Qué grande es el mundo? -exclamó con admiración- ¿Cuándo me dejarás salir a recorrerlo?

- Yo te lo enseñaré sin necesidad de que salgas de mi bolsillo -dijo mamá Cangura pasándole la lengua por el fino pelaje-. No quiero que te juntes con malas compañias ni que te expongas a los peligros del bosque. Yo soy una cangura responsable y decente.

Cangurito lanzó un suspiro y permaneció en su encondrijo sin protestar.

Ocurrió que Cangurito como todos los canguro, empezó a crecer y a desarrollarse, y lo hizo de tal manera que el bolsillo de mamá Cangura comenzó a descoserse por las costuras.

- ¡Te prohibo seguir creciendo! -dijo con energía mamá Cangura. Y Cangurito, que era la criatura más obediente del mundo, dejó de crecer en aquel instante.

Dentro del bolsillo de mamá Cangura, comenzó Cangurito a hacer preguntas y preguntas acerca de todas las cosas que veía. Era un animalito inteligente y demostraba una clara vocación de científico. Pero mamá Cangura le molestaba no encontrar a mano las respuestas necesarias para satisfacer la curiosidad de su cachorro.

-¡Te prohibo que vuelvas a hacerme más preguntas!-dijo finalmente mamá Cangura. Y Cangurito, que cumplía a la perfección el cuarto mandamiento, dejó de preguntar y se le puso cara de cretino.

Un buen dia las cosas estuvieron a punto de volver a sus cauces normales. Ocurrió que Cangurito, asomado como siempre al bolsillo delantero de mamá, vio cruzar ante sus ojos una cangurita de su misma edad. Era el ejemplar mas hermoso de su especie.

-Mamá -exclamo con voz emocionada-, quiero casarme con la Cangurita.

-¿Quieres abandonarme por una Cangura cualquiera? ¡Este es el pago que das a mis desvelos!

Y con más energía que nunca, mamá Cangura dio una orden:

-¡Te prohibo que te cases!. Y Cangurito no se casó.

Cuando mamá Cangura se murió, vinieron a sacar a Cangurito del bolsillo delantero de la difunta. Era un animal extrañisimo. Su cuerpo era pequeño como el de un recién nacido, pero su cara comenzaba a arrugarse como la de un animal viejo.

Apenas tocó la tierra con sus patas, su cuerpo se baño de un sudor frío.

-¡Tengo miedo a la tierra!- dijo - Parece que baila a mi alrededor. Y pidió que le metiesen en el tronco de un árbol.

Cangurito pasó el resto de sus días asomando el hocico por el hueco del tronco. De cuando en cuando se le oía repetir en voz baja: - Verdaderamente ¡que grande es el mundo!

Tomado de.: REVISTA PADRES Y MAESTROS NR. 292 (2005)