
CUANDO UN POETA EDUCA A UNOS PADRES
UNA FABULA PARA LA MAMA PROTECTORA
El extraño caso del cangurito:
En el oficio de los padres, la parte más dificil no consiste en la entrega de la vida a los hijos sino en la entrega de la libertad.
Cangurito asomó al exterior desde el bolsillo de mamá Cangura.
-¿Qué grande es el mundo? -exclamó con admiración- ¿Cuándo me dejarás salir a recorrerlo?
- Yo te lo enseñaré sin necesidad de que salgas de mi bolsillo -dijo mamá Cangura pasándole la lengua por el fino pelaje-. No quiero que te juntes con malas compañias ni que te expongas a los peligros del bosque. Yo soy una cangura responsable y decente.
Cangurito lanzó un suspiro y permaneció en su encondrijo sin protestar.
Ocurrió que Cangurito como todos los canguro, empezó a crecer y a desarrollarse, y lo hizo de tal manera que el bolsillo de mamá Cangura comenzó a descoserse por las costuras.
- ¡Te prohibo seguir creciendo! -dijo con energía mamá Cangura. Y Cangurito, que era la criatura más obediente del mundo, dejó de crecer en aquel instante.
Dentro del bolsillo de mamá Cangura, comenzó Cangurito a hacer preguntas y preguntas acerca de todas las cosas que veía. Era un animalito inteligente y demostraba una clara vocación de científico. Pero mamá Cangura le molestaba no encontrar a mano las respuestas necesarias para satisfacer la curiosidad de su cachorro.
-¡Te prohibo que vuelvas a hacerme más preguntas!-dijo finalmente mamá Cangura. Y Cangurito, que cumplía a la perfección el cuarto mandamiento, dejó de preguntar y se le puso cara de cretino.
Un buen dia las cosas estuvieron a punto de volver a sus cauces normales. Ocurrió que Cangurito, asomado como siempre al bolsillo delantero de mamá, vio cruzar ante sus ojos una cangurita de su misma edad. Era el ejemplar mas hermoso de su especie.
-Mamá -exclamo con voz emocionada-, quiero casarme con la Cangurita.
-¿Quieres abandonarme por una Cangura cualquiera? ¡Este es el pago que das a mis desvelos!
Y con más energía que nunca, mamá Cangura dio una orden:
-¡Te prohibo que te cases!. Y Cangurito no se casó.
Cuando mamá Cangura se murió, vinieron a sacar a Cangurito del bolsillo delantero de la difunta. Era un animal extrañisimo. Su cuerpo era pequeño como el de un recién nacido, pero su cara comenzaba a arrugarse como la de un animal viejo.
Apenas tocó la tierra con sus patas, su cuerpo se baño de un sudor frío.
-¡Tengo miedo a la tierra!- dijo - Parece que baila a mi alrededor. Y pidió que le metiesen en el tronco de un árbol.
Cangurito pasó el resto de sus días asomando el hocico por el hueco del tronco. De cuando en cuando se le oía repetir en voz baja: - Verdaderamente ¡que grande es el mundo!
Tomado de.: REVISTA PADRES Y MAESTROS NR. 292 (2005)
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